De quién más si no mío
pensó la gaviota,
Mirando a todos lados
si allí había otra,
posada en lo más alto
del bote amarillo,
creyose la dueña
del mar infinito,
el mar que hasta entonces
se hallaba dormido,
estalló de repente sin
previo aviso,
voló la gaviota
que bravo es mi amigo,
si sólo en un minuto
lo quise hacer mío.
Camila Galdames S.
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