Al mirar el cielo de día y de noche,
observo lo más constante de la vida,
el cambio.
Un cielo despierto, dinámico, cálido y frío,
un cielo dormido, cubierto de latidos luminosos.
Y en ese espacio de observación
descubro la armonía de mi mente,
el equilibrio de mi cuerpo,
el espacio pacífico y sereno,
donde invocar mis sueños.
En ellos, estás tú, pacificador amante,
cuyo manto mece entre tus brazos
mi corazón dócil e infante,
impregnado de tu aroma amoroso,
cubierto de tu calidez corpórea,
late en armonía, late en alegría,
late, late, late.
Armonía ancestral le llamo,
a este estado que he encontrado,
pues sé que la paz existe en el mundo
hace mil años.
Es el fruto del amor
generoso y espontáneo,
El que apoya en lo difícil
el que siempre da la mano.
He encontrado un buen amor
un amor equilibrado,
donde ambos somos cielo
combinados nuestros sueños,
en un horizonte infinito
sumamos ideas personales,
deseando crecer con la vida,
Dispuestos a amar sin desidia.
Camila Galdames Salazar
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